Las páginas de 2010
Publicado el martes, 4 de enero de 2011 @ por UnknownCierra el año y a uno, como a cualquiera, le da por hacer resúmenes y balances. Y el balance 2010 de este blog no puede ser de sus posteos, ¡porque no los hubo!, así que será de lo que debí postear, y que afortunadamente anoté en otra parte: los libros que leí en el año.
No deja de ser un despropósito decir algo de todas estas lecturas habiendo transcurrido algún tiempo desde que las hice, sobre todo con una memoria mal amoblada como la mía. Así que me limitaré a la lista cronológica y algún detalle. Algunos de los títulos fueron escuetamente comentados —o más bien nombrados/recomendados— por Twitter en su momento.
Como siempre, debo mencionar que la idea de este resumen se la debo al pana Luis Bond, quien acostumbra reseñar impecablemente sus lecturas/películas, y de quien me copio descaradamente desde que le conozco. Entérate de qué va su proyecto ¡Lee! acá en un reporte de su blog.
Hasta que te encuentre, John Irving. Los familiarizados con el autor de El mundo según Garp y Hotel New Hampshire reconocerán acá sus temas y obsesiones: la iniciación sexual, el ambiente universitario, la lucha libre, el padre ausente, pasados familiares oscuros e innombrados. Tiene la gigantesca Hasta que... algo de cierre de todos ellos, y si bien el río de personajes que rodea a Jack Burns puede hacer floja la larguísima trama, creo que el cierre compensa buenamente. Lo fascinante del Burns que busca a su padre, a quien no conoce, es el peso que la madre tiene en lo que él cree recordar, y cómo a medida que recorre en reversa las ciudades de las que antes huyó, la historia de abandono puede leerse totalmente de otra forma. Rabiosamente autobiográfica.
Payback, Lucas García. Los cuentos de este venezolano tiene un ritmo de oralidad sabroso y cercano, como ya sabrán quienes han leído sus brillantes piezas en Prodavinci. Impelable.
Sexo en mi pueblo, Leo Felipe Campos. Erótica en clave nacional, memorias de la iniciación de la infancia/adolescencia contadas con tanto desparpajo como el título evoca.
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll. Un repaso al clásico ante el inminente estreno de la versión Burtoniana de la historia, que al final consistió en una pretendida continuación, para mí rimbombante.
La carretera, Cormac McCarthy. Brutal. Post-apocalipsis que se hace más terrible cuanto más mínima y repetitiva es la acción de los dos personajes casi únicos de la trama, un padre y un hijo, que avanzan por el interminable asfalto de un país destruido hacia, tal vez, la salvación, el futuro.
¡Insólito!, Gonzalo Jiménez. Compilación de sabrosas crónicas, historias y notas de lo oculto, lo raro, lo curioso: momias, aparecidos, asesinatos, ovnis... Ameno periodismo de investigación que te acompaña bien —lo certifico— al lado de una piscina con un whisky en la mano.
Close up, Armando Coll. La relación entre una cínica cronista social, que conoce el underbelly de la alta sociedad caraqueña, y un joven periodista, muestra las contradicciones de la sociedad venezolana desde sus papeles sociales, sus eventos fastuosos y fatuos, su clase política y sus crisis de gobernabilidad.
The polysyllabic spree, Nick Hornby. El autor de About a boy escribe en su columna semanal ("Stuff I've been reading" de la revista Believer), recopilada acá, sobre los libros que compra y los que lee, aderezando de una forma amena, coloquial las listas con temas como deportes, paternidad (en su caso, de un chico autista), cine, música. Cada ensayo se siente como una conversa que debiste tener con un pana al salir de una librería a por un café.
Los boys, Junot Díaz. Cuentos anteriores a la genial The brief and wondrous Life of Oscar Wao, con temas similares de inmigración e identidad.
Todas las familias felices, Carlos Fuentes. Un conjunto de cuentos, de amplísimo rango formal, sobre las familias, las relaciones filiales, y sus múltiples disfunciones, tragedias, sinsabores, ironías. La frase en la contratapa me compró: «Yo vengo de una familia en la que cada miembro dañaba de algún modo a los demás. Luego, arrepentidos, cada uno se dañaba a sí mismo.»
The Great Gatsby/El gran Gatsby, F. Scott Fitzgerald. El clasicazo me sirvió para hacer un poco de "lectura comparada": de ediciones en inglés y español a la vez. En el ejercicio descubrí que podía traducir mejor que algunos (la edición de Salvat tenía hasta frases mutiladas y faltantes) pero me perdí un poco en la historia del misterioso Gatsby, millonario solitario que aparece en una gigantesca mansión dando fastuosas fiestas pero deseando en el fondo sólo una cosa: el amor de una mujer casada. Supongo que una relectura no estará de más.
Scott Pilgrim vs the world, Bryan Lee O'Malley. Seis tomos de cómic desgranan la vida ordinaria de este adolescente entre su banda de música, su roommate gay, la novia del colegio y la chica a quien en verdad desea, Ramona, y a quien sólo obtendrá tras destruir a siete diabólicos exnovios. Ya va, ¿dije vida ordinaria? No he visto la peli, por cierto.
El señor Marx no está en casa, Íbsen Martínez. Novelada lucubración de un escritor/guionista de tv que se interesa, a partir de una foto, en la posible relación incestuosa de Karl Marx con su hija. Se me hizo densa en momentos donde se va por el rollo histórico político y el conflicto del propio escritor se asoma o dibuja poco.
Content, Cory Doctorow. Ensayos sobre los derechos de autor en la era digital, internet, el futuro. El canadiense autor es bloguero, novelista de ciencia ficción y evangelizador anti DRM (todas sus novelas están licenciadas CC como de libre acceso) y coedita Boing-Boing.
Paseos al azar, José Luis Palacios. Cuentos y experiencias de la vida de un estudiante venezolano becado en el exterior. Bastante bueno.
Boy (relatos de infancia), Roald Dahl. El imaginativo padre de Willy Wonka y Charlie, Matilda, el durazno gigante y numerosos cuentos de un brillante humor negro, cuenta acá sus recuerdos de infancia feliz, escuela traumatizante, y paseos a la Noruega de sus padres.
Un trabajo sucio, Christopher Moore. Un tranquilo vendedor de cosas usadas pierde a su esposa durante el parto de su hija, y poco después empieza a ver caer gente muerta a su alrededor. La beba, descubre, es un ángel de la muerte, y los objetos de su tienda, receptáculos de las almas que ahora él debe recolectar y proteger de las fuerzas oscuras. Me sonaba más divertida en la solapa que lo que terminó siendo.
El elefante, Fedosy Santaella. Brevísimo tomo de cuentos que arranca en un tono de evocación infantil y se desenvuelve en asomos de identidad escindida y realidad onírica. Leo mucho a Santaella en su blog Caja Virtual; edita también Los hermanos Chang.
Las crisis de la Venezuela contemporánea, Manuel Caballero. Ensayos sobre los que el historiador define como puntos de inflexión de nuestra local epopeya. Siete episodios del siglo XX venezolano tras las cuales nuestra realidad viró en maneras que aún resuenan.
Monstruos invisibles, Chuck Palahniuk. Delirante visión al mundo de la belleza física y la obsesión con la apariencia, contada por una modelo deforme tras un accidente. Vísceras, terrorismo, drogas de prescripción, sexo freak, viaje iniciático y final de culebrón como sólo Palahniuk prosa.
21 del XXI, antología del cuento venezolano, varios autores. Una buena compilación de Rubi Guerra de autores nacionales de diversos estilos, temáticas, incluso épocas y edades, y que han producido textos desde el 2000 para acá. Excelente para conocer/seguir el pulso a todo el talento literario local.
La canción del ciempiés, José Pulido. Una historia en tiempos paralelos de la Cuba contemporánea y la de la Conquista; un empresario cubanoamericano que quiere recuperar su casa en La Habana y el pintor que vive ahora en ella; una sensual mujer y la policía castrista; una princesa africana que llega a esa isla esclavizada pero protegida por los dioses de sus ancestros, todo esto iluminado con los colores de la palabra sabrosa de Pulido.
No es país para viejos, Cormac McCarthy. La novela que originó la oscareada película de los Coen es también (como la peli y como La carretera) filosa, ruda, brutal. Un hombre encuentra a campo abierto un reguero de muertos, varios vehículos tiroteados y un bolso lleno de dinero, que se lleva. Pronto se verá asediado por un asesino psicópata contratado para recuperar el dinero y por el sheriff resuelto a resolver el enigma del negocio ilegal que originó la escena inicial.
Mientras escribo, Stephen King. El rey de la literatura plebeya americana repasa sus inicios como escritor, y las leyes, trucos, amenazas y recompensas que vislumbra en ese oficio. Como bono, el cuento en primera persona del accidente de circulación que casi mató al autor.
El beso de la mujer araña, Manuel Puig. Fascinante. Un peligroso preso político y un homosexual acusado de pedófilo comparten celda en una cárcel argentina. La relación entre ellos pasa del previsible recelo mutuo inicial a medida que el supuesto corruptor de menores expone su romántica y glamorosa visión del mundo a través del relato, cada noche, de sus películas favoritas, y que el revolucionario contrasta poco a poco con sus ideales. Una exploración de los límites de ambos y de sus papeles sociales, que lleva a un final memorable.
Ahora sabréis lo que es correr, Dave Eggers. ¿Qué hacer si caen en tus manos 80 mil dólares sin mucho esfuerzo? Pues un viaje alrededor del mundo en unos pocos días con tu segundo mejor amigo, el que no murió, para dárselo a manos llenas a gente que se lo merezca, claro... El viaje resulta menos aventurero que totalmente azaroso, el efecto de la repartición un gran... ¿fondo negro, una nada, el espectáculo que no fue? y la figura de ese tercer amigo tal vez el pegamento que une todas las disconexas escenas. El castizo nombre es en realidad You shall know our velocity. Me queda curiosidad por la primera y más famosa novela del Eggers.
Árbol de luna, Juan Carlos Méndez Guédez. "Una brillante mujer que finge ser tonta y un hombre tonto que finge ser brillante en apuros". Esta novela en plan de humor negro sigue a dos venezolanos exiliados a la fuerza en España, y a través de sus sucesivas declaraciones/confesiones de diario sentimos retratar lo nacional en su farsa, su desfachatez y medianía. Política, cultura, amor, amistad y familia ruedan por igual en en esta excelente historia que es como una carcajada dolorosa frente al espejo.
Under the dome, Stephen King. Un pueblo americano se descubre un día bajo un gigantesco domo invisible e impenetrable. ¿Esto da para un cuento de terror? Para King, que se mueve con mucha facilidad por las oscuras esquinas del alma humana, es suficiente: como niños quemando hormigas con una lupa (...), vemos fascinados la destrucción y el caos florecer, vemos la paranoia, la sed de poder, la ignorancia, la manipulación y la corrupción hacer degenerar la realidad rápidamente en el pueblo acorralado, en una trepidante novela con esa forma coral, operática que es firma personal de King. Sus mil y poco de páginas pasarán como un suspiro (para mí fueron casi 18.000, pero es que lo leí en el iPod mientras espero la gloriosa venida de mi Kindle). Luego me cuentan si, como yo, encuentran alguna similitud con ciertas situaciones de nuestra preciosa realidad venezolana del sXXI, o si el jefe Jim Rennie se les pareció a aquel Boss Hog de Los Dukes de Hazzard.
Etiqueta azul/Blue label, Eduardo Sánchez Rugeles. Eugenia Blanc, una flemática adolescente que cree en pocas cosas y se relaciona con menos gente aún, quiere irse del país, de su familia rota, de sus amistades gafas, y conseguir a su desconocido abuelo francés podría ayudarla. Para ello viaja a un pueblo remoto del país en un desvencijado Fiorino acompañada de Luis Tévez, el "desadaptado" de su salón de quinto y tan distinto a Eugenia ella como Bob Dylan de Paulina Rubio. O eso parece; el viaje es también interno, de descubrimiento y cambio de paradigmas de vida. Esta novela fue ganadora del Premio Iberoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri.
Regreso con gloria.