¿Leer en orden, leer con método, leer con un propósito?

Estoy haciendo una lista de libros que podría encargarle a una compañera de trabajo próxima a viajar a Buenos Aires —ironía: reviso los potenciales candidatos y veo que la gran mayoría está editada en... Barcelona, de donde acabo de regresar de vacaciones. Y allá lo que hice fue comprar cómics como poseso, y unos pocos libros al azar— y me doy cuenta de que tres son sobre guerra —la Primera, la Segunda, una civil— y uno de Ciencia Ficción. Nada acerca de lo cual creía estar especialmente interesado actualmente. Pero se ven buenos en las críticas que leí.
Actualmente leo Lunar Park, novela donde el autor —ícono de la crítica al american way, a los vicios modernos y al éxito rutilante que esclaviza y enajena— escribe sobre un vicioso autor moderno —su homónimo— , enajenado por su éxito y súbitamente acosado en la vida real por sus propios personajes y los hechos de sus libros.
Nada que ver con la lista de encargo.
Antes de este, me cepillaba un librito jugoso como una fruta robada, que disfruté bastante a pesar de que —o quizá porque— no se parece mucho a mí: un manifiesto destemplado, grosero y existencialista de un autor colombiano al parecer parejamente elogiado y "puteado" para ponerlo en sus propios términos. Una novela que me arranca carcajadas y bostezos, que quizá me presente problemas para clasificarla o recomendarla, y que de seguro leeré otra vez más adelante.
Nada que ver con todos los anteriores.

El punto es que veo todos estos libros, y los que están en la larga pila de "pendientes", y no veo... un curso, un camino, o un llegadero; ningun orden o lógica subyacente, conciente o inconciente, sistemática o caprichosa, que guíe o refleje lo que leo. ¿Y debe haberla?
Cuando tomo un libro y de alguna manera enumero los factores que me hacen decidirme a leerlo (y pueden ser tantos y tan disímiles: este carajo me lo recomendaron; alguna vez le di vueltas a este tema; mira, el Nóbel ese; ya tengo algo leído de este tipo, tal vez entienda algo por fin sobre este tema; escribe como Dios; está barato; ¡me atrae la portada!; se habla mucho de este; no puede ser que no he leído a tal; quiero escribir como él; larguísimo etcétera), a veces intento, si me ha gustado, buscar algo similar pues podría ser también interesante. Entonces se multiplican las posibilidades: ¿Más de este autor, o más de este tema? ¿Uno de estilo similar o alguno que lo contraponga? ¿Tal vez un paisano, o un compañero de generación? De cada obra que uno termina de leer salen mil hilos invisibles hacia otras tantas experiencias posibles... ¿Qué leer después? ¿Y por qué?
Conocí a un muchacho, encargado de una librería para más señas, que me declaró (creo que ante una duda entre dos libros que yo quería comprar, no recuerdo) con la seguridad de quien tiene ya su norte, es que yo sólo leo latinoamericanos. ¡He ahí claridad! ¡Método, objetivo en la vida! Tal vez un poquito de estrechez de visión (¡y no estoy diciendo que el conjunto de la lit. latinoamericana sea pequeño: es toda una cosmogonia, pero es aún un subconjunto), tal vez verdadera vocación de investigador, quién sabe si una metódica mente. Quizá sólo un granito de fanatismo racista por ahí.
Pero el caso es que lo envidio un poco. Tener un camino trazado te da un poco de seguridad, e incluso debiera mejorar la experiencia lectora: un clásico ya digerido te dará el piso para disfrutar aquella obra que lo celebra o reinterpreta; leer a un autor cronológicamente te deja ver su evolución o crecimiento. Hay libros que no llegan a tiempo, otros se adelantan: alguno que otro que recién comprado lo dejo a medias porque "no lo entiendo" o "no me entra", se relee unos años después y algo hace clic: ahora sí; después de muchas otras experiencias sí.

La culpa, digo yo para quedar tranquilo, es de los miles de impertinentes que se empeñan en escribir, escribir, escribir. Más y mejor. Y el manual de instrucciones, perdido...
Y de uno, que no puede tener 28 horas diarias ni 245 años de vida para trasegar todo aquello con un mínimo de compostura, método o provecho.
Y de los amigos, con sus bibliotecas a la orden, abiertas afrentas a la tranquilidad del espíritu.
Ah, y de Rafael Osío, que no deja de recomendar. Y la pega con una frecuencia...

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Una lista ahí, a la derecha -->

Como no dejo de revisar blogs ajenos —qué vicio, no te deja tiempo pa' ná— encontré el de un Luis Bond Álvarez Guillén, Blue Fields, un escritor/cineasta/estudiante de periodismo que se lanza unas excelentes parrafadas acerca de cine (sobre todo; es su campo), libros, reflexiones and whatnot, bastante recomendables. Hete ahí el linko.
El caso, empero, es que ví en esa bitácora una lista, "En la actualidad", contentiva de cuanto el autor está consumiendo o haciendo: libros, películas, proyectos... Me pareció pero que muy buena, un Twitter of sorts, y me la copié.
Así es: podrán observar allá, bajo el cuadrito de Flickr, la lista (un primer bosquejo) de cuanto consume mis ratos —además de esto que se supone que hago en esta oficina: el empleo.
Espero sin embargo no quedarme allí en cuanto a esos ítems listados: ya estoy preparando un post sobre ese libro de Easton Ellis, y la idea es que comente algo también de cada película, o libro, o canción, o blog descubierto, etcétera. Que hay que hacer ejercicio con estos dedos y estas teclas, joder. Y que este blog se va a morir de mengua si no...

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