2008: media hora antes, tres ceros menos

Ayer se formó donde trabajo una gallera en la hora del almuerzo con el asunto ese del cambio de huso horario oficial para nuestro país. ¿Cómo es la cosa por fin? era la pregunta más repetida, en la mismísima oficina que revisa todos los periódicos matutinos caraqueños como parte de su rutina.

La confusión tomó la vía de distintas situaciones hipotéticas. Cómodas: ¿O sea que ahora nos vamos a levantar más tarde? ¿Voy a dormir más? Desesperanzadas: ¡Ay, yo no sé, eso va a ser un problema grandísimo! Laborales: ¿Y el horario de trabajo cómo queda? ¿Salimos a las cuatro? Abiertamente hostiles: ¿Y esa gente tiene derecho a hacer eso? La verdad es que este gobierno...

El concepto de que la hora oficial, el cambio en sí, se ejecutaría una sola vez, fue difícil de colar (¿Una vez? ¿Y después vuelve a lo mismo?). No quise imaginarme el desorden si sufriéramos lo que en otras latitudes ya se toman como rutina, el DST o Daylight Saving Time que acomoda para adelante y para atrás los relojes en no sé cuál cambio de estación, todos los años (me tocó estando en Barcelona de vacaciones este año. En el noticiero lo despacharon con un simple recuerde mañana cuando se levante adelantar su reloj una hora).

La joda se extendió más allá por ser el cambio propuesto coincidente con el fin de año. A las doce de la noche, entonces, se atrasa el reloj media hora. ¡Entonces aún no son las doce! ¿Cuándo carajo nos damos el feliz año? Y más importante: cuándo faltan, realmente, cinco pa' las doce? Aurelio vió la oportunidad de negocios: ¡Yo no sé, voy a poner en venta el tema Faltan treintaicinco pa' las doce, como el tema oficial de este año! Yo, más modesto, sólo le lancé la oportunidad a los DJ: mezclar el tema clásico por media hora, de suerte que sonara: faltan cinco pa' las... cinco pa' las... cinco pa' las... (quien diga "o con un disco rayado," busque su cédula en el piso, por favor) y así hasta que se cumpla el lapso adecuado. Ciertamente si hacía falta un elemento más que añadir a las bochincheras reuniones de diciembre, nos han servido este en bandeja de plata...

Ya más puestos a ver el cambio en sí, a mí lo que me jode un poco es que sea una modificación ahí a medias, rara, que nos deja en el incómodo escalón de "-4:30 GMT" si es que tal cosa existe. También me parece que si se corre la hora más hacia el oeste, el día —el día solar, digamos— comienza entonces treinta minutos antes, logrando el efecto del que hablaba el ministro (la gente se levantará de día y no en lo oscuro para ir a su trabajo o a clases), pero también se nos acorta al final de la tarde. ¿Eso no es más bien malo? ¿Que ahora comience a oscurecer media hora antes? Si ya las cosas están para encerrarse en casa cuando dan las siete u ocho de la noche, imagínense cuando el sol se oculte pasando las cinco y media (y hacia finales de año será incluso antes, recuérdenlo)... ¿Quién quiere a la gente metida en su casa tan temprano, las calles abandonadas a los malvivientes? Tal vez a Gómez le parecía muy bueno, pero la verdá... Wait...

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En fin. Después todo se complicó más. Como he estado haciendo frecuentemente durante ese rato muerto del mediodía, solté un comentario (Y ya subieron El Nacional del domingo a uno ochenta...) acerca del cambio de moneda, que también ocurrirá cuando muera 2007.

En esto sí que casi todos los flojos para sacar cuentas están resignados a perder dinero mientras se acostumbran. O al menos a dejar de comprar en esos primeros días, salvo lo que marque montos enteros o lo que sepan cuánto cuesta exactamente. Yo les digo que con los tres meses de doble marcaje de precios a finales de este año tendrán suficiente práctica, pero entonces cuando alguno dice O sea que ahora pago en el carrito diez bolos, ¿no? lo pienso mejor... ¿Me meto a camionetero?

El problema es que hay una amplia parte de la población que conoció, en cuanto a la moneda anterior, cuando mucho el fuerte y el bolívar, si acaso el real por referencias. Los más viejitos tendrán dificultad, dada la edad, para sacar cuentas, pero al menos ellos sí negociaron con reales, medios, puyas e incluso lochas. Los decimales no serán problema, aunque tendrán que estirar ese músculo largamente atrofiado. ¿Pero los que rondan la adolescencia, la veintena de años? Las monedas actuales no les ayudan, porque de la de 50 para abajo la usan poco o nada, y aún así se trata de bolívares enteros. De la coma hacia la derecha hay para ellos un territorio inhóspito, inexplorado (y con la perla de sistema educativo actual...)

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Que va a estar buena la cosa, digo yo. Tremendo principio de 2008: la confusión contando sencillito, los abusadores con los vueltos, los vivos haciendo negocio... aderezado con los que creen que van a dormir más, los que olvidaron atrasar el reloj, los choros sueltos antes de las seis... Eso sí: los niños aliviaditos porque se levantarán para ir al colegio de día... Sin duda le quitará a esos primeros días de enero, que son al año lo que el domingo por la tarde a la semana, el típico sopor y aburrimiento que siempre lo ha caracterizado. Interesting days, ahead of us...

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Ese futuro nos alcanzó


¿Recuerdan esas películas y series de televisión ambientadas en el futuro, de oscuro tinte post-apocalíptico, en las que la tecnología es tan avanzada que puede verse en los recónditos callejones y covachas de los rebeldes —siempre hay rebeldes— aparatos despanzurrados, restos de inentendible complejidad, basura con cablecitos y bombillitos?

Casi siempre el protagonista podía echar un ojo durante un apuro y, recogiendo aquí y armando allá, podía poner a funcionar una combinación de esas partes desechadas, creando bien sea el arma que lo defendería de quien le estaba persiguiendo, o el transmisor que comunicaría a sus salvadores su ubicación precisa, o la parte electrónica que hacía falta para que la nave interplanetaria accidentada recuperara la chispa suficiente para el arranque hacia la salvación.

¿Hemos llegado a esa fase de la civilización? Hombre, tanto así no, pero vamos por buen camino. Al menos por mi casa, ya es posible tropezarse cada mañana, entre las pilas de ropa vieja (crisálidas de habitantes callejeros), olorosas bolsas de restos orgánicos y demás, equipos computacionales, de oficina, de música y otros en diversos estados de obsolescencia, conservación e integridad. Computadoras y sus abandonados diskettes, huérfanas impresoras, amarillentos teclados; cadáveres descuartizados de lavadoras y cocinas; motores de todo tamaño y uso, y sus partes; misteriosos circuitos integrados de coloridos cables.

Aún no me he encontrado a ningún experto agachado armando un walkie-talkie de las diversas piezas; más bien, de hecho, cuando alguien interactúa con ellas está despedazándolas a golpes contra el suelo para extraerle secretos, chispas de vida, o cobre para reciclar. Pero algo es algo. Sueño despertar un día y ya no necesitar ir a una tienda a por repuestos para los equipos de casa. Revolver un rato la basura será la solución.

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¡Cambalache de Relectura!

Ayer vi en el sitio de Relectura, ese sitio de amantes y promotores del libro, la lectura y los escritores, que quedan pocos días para la actividad que han organizado en Chacao, el intercambio de libros. En sus palabras:

Te preguntas qué hacer con esos libros que no quieres tener más en tu biblioteca porque ya los leíste, no los vas a leer jamás o los tienes repetidos. El martes 7 de agosto, a las 7:00 pm, en el Centro Cultural Chacao, ReLectura invita a toda la comunidad lectora a nuestro primer intercambio de libros: ¡Cambalache! Trae lo que te sobra y encuentra lo que te falta.
Hay que registrarse como usuario en su foro para, si deseas, colgar la lista de los libros que llevarás, y revisar las que ya han publicado. Yo corro a hacer lo propio, cosa de tratar de reservar algunos "lomitos" a los que ya publicaron.
¡Eso va a estar bueno! Más información, en el foro de Relectura.

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